La romería comenzó a las nueve de la preciosa mañana del lunes dos de junio en el altar mayor de Santa María, con la “misa de romeros”.

Desde que el año pasado volvimos a salir en lunes, la hermandad ha ganado en su recorrido por las calles rondeñas.

Cuando el Simpecado y los peregrinos vamos a despedirnos de nuestra Patrona, la Virgen de la Paz, la plaza del Beato es un hervidero de minúsculos personajes que nos reciben, por un lado alegres y contestos, por otro sorprendidos y asombrados al ver llegar la carreta tirada por dos enormes bueyes. Son los pequeños de las Esclavas.

Ya es la segunda salve de las muchas que se rezarán en el camino.

Al ser día de diario, más gentes en las calles, muchos turista pasmados ante tal comitiva, que canta y baila tras la carreta.

Desde el balcón de la puerta principal de la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería, llueve una gran petalada de rosas sobre la carreta que porta el Simpecado.

Más arriba, calle Jerez, los alumnos del colegio Juan de la Rosa, a ambos lados de la calle, hacen detener al Simpecado para cantarle, bailarle y vitorearle, como se hacía en los primeros tiempos.

A la altura del Hotel Reina Victoria, se une al cortejo la representación de la hermandad de “la Borriquita”, siempre presente desde el primer camino. Una vez llegados al monumento a la Virgen del Rocío, rezo del “Ángelus”, y una vez desuncidos los bueyes, comienza el camino por carretera; comida en Montellano y llegada por la tarde para pernoctar en “La Corchuela”, donde nuestro consiliario llevó el rezo del Santo Rosario, en un hermoso anochecer, rodeados de altos pinos en preciosa noche estrellada.

Tempranito camino del embarcadero coriano. Vuelta a uncir a los bueyes. Cantidad de equinos. Es la primera vez que veo una barcaza llena de caballistas de la hermandad de Ronda. Cruza el Simpecado el Guadalquivir con el rezo de la salve, rodeados de peregrinos rondeños con su consiliario al frente. A modo de anécdota, comento que, una de las barcazas que transportaba nuestras carriolas, se estropeo y estuvieron más de una hora sin poder salir del rio.

Tardanza en la presentación ante la Virgen de la Estrella, patrona de Coria, porque el Simpecado del Rocío coriano se estaba despidiendo.

A la salida de Coria, rezo del “ángelus” y cambio de bueyes; sesteo en la “Ermita San Diego” y salida por “la Jualiana”, “Lopaz” y “Marlo” hasta alcanzar los pinares de “Playero”.

Una vez acomodada la hermandad, se produce un acto litúrgico, infrecuente en el camino. Es el recibir la Primera Comunión. Una Eucaristía de Primera Comunión. Para nosotros afortunadamente es la segunda que se hace y por hijos de la misma familia. Antonio Martín y Lidia Márquez, en esta ocasión es su segundo hijo, Manuel. ¡Todo un rociero ya!

Hasta “Playero” han llegado de Ronda en autobús, sus catequistas, sus amigos y sus familiares. Eucaristía concelebrada por Don Salvador Guerrero, consiliario de la hermandad y Don Juan Francisco Cardaldas, párroco de Ntra. Sra. del Socorro, Sta. Cecilia y Padre Jesús.

Eucaristía sencilla, familiar, emotiva, simpática, montada entre sus catequistas y sus amiguitos y celebrada en plena naturaleza bajo una bóveda de estrellas entre altos pinos reales.

Amanece tarde el miércoles, compartimos una salve con la hermandad de Almensilla. Rezamos el “ángelus” con nuestro consiliario al frente y salida para cruzar el rio Guadiamar por el vado del cortijo del “Quema”. Tres de la tarde, ¡nunca!, ¡nunca!, hemos vadeado este pequeño rio con tanta caballería, coches de caballos y peregrinos de a pié. Este año discurría con menos agua, apenas a la altura de los tobillos. Muchos bautizos apócrifos de nuevos rocieros, muchas lágrimas, muchas emociones.

Tras un polvoriento y corto sesteo en el “chaparral” las carriolas se adelantan a Villamanrique.

Hay retraso cuando llega Ronda, la hermandad de Fuengirola espera, Priego está en la plaza. Gran ambiente, esperan a Umbrete para celebrar sus 200 años.

Con una plaza abarrotada de público, el Simpecado rondeño hace su entrada con 27 caballistas al frente, una de las subidas más emocionantes de estos años, se subió el último escalón a base de corazón y los bueyes entraron en la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena. El descenso fue de libro. Abrazos alegres y sentidos, por haber hecho algo importante. Magníficos carreteros.

Se llega a la acampada de Villamanrique y se celebra la Eucaristía.

El jueves partimos hacia “Palacio” a las 10 de la mañana, despacio, lento, muchas hermandades por delante. “Ángelus” entre “el cancelín” y “pozo máquina”.

Comenzamos la “Raya”, enorme cortafuegos, ancho rio de arena franqueado por grandes eucaliptos y pinos reales, ¡muchas arena!, ¡arena en polvo! Pronto comienzan los problemas para muchas hermandades. Atascos continuos, tractores arcaicos; no deberían de permitir el paso a estas máquinas de museo. Nuestra hermandad no tiene problemas, buenos tractores, y cada vehículo susceptible de atascarse va enganchado a las carriolas desde Villamanrique.

Comida y cena en “Palacio”. Tarde de cantes y fiesta. Rosario a las 12 de la noche.

¡Último día de camino! A pesar de salir temprano, muchas hermandades van por delante. Se presiente una mañana larga para esos 8 Km. 860 metros. ¡Comenzamos a caminar!, se ponen de acuerdo los alcalde de carretas de Mairena, Ronda y Gelves, en ir juntos los tres Simpecados; se quedan las carriolas detrás.

Doce de la mañana, se apartan los Simpecados y encerrado entre 6 bueyes, rezo el “ángelus” más emocionante de mi vida; le recé un Ave María a cada Simpecado.

Con lento caminar, sorteando largas filas de carriolas de La Puebla y Olivares, llegamos al “Ajolí” a las 12,45. Estaba Pilas en el puente, esperando Olivares y tras ellas Mairena, Ronda y Gelves. Con tres cuartos de hora de retraso, entró Ronda con sus caballistas y sus peregrinos y su consiliario. Nuestras carriolas entrarían a las 5 de la tarde.

Explosión de emociones, llantos, abrazos, besos, ¡habíamos completado felizmente, otro camino! Este un poco caluroso y polvoriento. Este, un camino para mí de alegría, por estar acompañados  por tantos caballistas, por ver jugar en las acampadas a los 6 o 7 niños que nos han acompañado, por poder contar con los carreteros de nuestra tierra, por haber tenido la suerte de estar acompañados por nuestro consiliario, por tener los amigos que tengo. ¡Qué la Santísima Virgen del Rocío nos dé salud para volver el año que viene!

Este año hemos tenido casa de hermandad en la aldea almonteña. Hemos convivido unas 30 personas, incluido el consiliario,  alrededor del Simpecado.

 

                          Jaime Aranda Fernández

 

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